Como cada año desde que Virgen de la Poveda empezó a funcionar en 1963, se repite el ajetreo de la vendimia y, tanto en el campo como en la bodega, se trabaja a un ritmo frenético.
En este 2020 atípico, empezamos el 24 de agosto con las varietales tintas: tempranillo, merlot, cabernet y syrah. Las descubamos en la primera semana de septiembre, empezando la vendimia grande de la garnacha y de las uvas blancas: malvar, parellada, airén, moscatel blanco, moscatel de grado menudo y moscatel ruso.
Villa del Prado, cuna del vino de Madrid
La bodega Virgen de la Poveda está en Villa del Prado, incluida en la Denominación Vinos de Madrid dentro de la subzona de San Martín de Valdeiglesias. Aquí la uva comienza a madurar de este a oeste, es decir, desde Castilla La Mancha hacia Madrid, marcando por dónde hay que empezar a vendimiar. Este año, lluvioso en primavera y muy seco en verano, ha dado como resultado una añada buena aunque escasa.
Llegado este momento de vendimia y de vinificación, nos acordamos de nuestro querido enólogo Víctor Vicente Yanguas, recientemente fallecido, y de su excelente trabajo. A él le debemos mucho en Virgen de la Poveda. Víctor, tercera generación de enólogos, adaptó los vinos de Méntrida y de Madrid a las nuevas tendencias y exigencias del mercado. Con su entrega y dedicación consiguió hacer vinos de calidad en un suelo muy mineral y astringente. Le dio fruta a la garnacha peluda, variedad predominante en la zona y cambió el color de los vinos hacía el rojo rubí.
Adaptó sus conocimientos enológicos, utilizados en bodegas grandes que manejan muchos más kilos de uva, a la cooperativa. En los 15 años que trabajó con la bodega, elaboró 17 referencias distintas con las variedades que tenía Villa del Prado. El resultado vinos más gourmet y con reconocimiento. Elaboró vinos semidulces que no existían en el ámbito de la cooperativa. Todos los vinos premiados de nuestra bodega fueron elaborados por él, como los Aceña rosado, tinto seco, rosado semidulce y el Alfamín tinto crianza 2016. Gracias Víctor.