La cultura del vino en Madrid viene de mucho tiempo atrás. Los registros, los libros, la tradición vitivinícola y los testimonios populares demuestran que desde hace siglos el vino ha formado parte de la vida de los madrileños. Conocer sus orígenes y su evolución te ayudará a valorarlo mucho más. Haremos un análisis desde sus principios hasta la actualidad, desde que entró la uva en estas tierras hasta el día de hoy.
Los inicios de la cultura del vino en Madrid
Probablemente, los encargados de iniciar la cultura del vino en Madrid fueron los romanos, aunque se cuenta que los viñedos pudieron entrar aún antes en estas tierras. Las condiciones favorables que encontraron en esta zona de España les indujo a intensificar el cultivo y llevar el vino a Roma.
Durante la invasión árabe el cultivo de la vid continuó en aumento. Aunque lo más lógico hubiese sido pensar que el vino iba a desaparecer, dado que los musulmanes no beben alcohol, no fue así. Los cristianos y los hispano-musulmanes menos estrictos continuaron la tradición iniciada siglos antes.
En el siglo XI, los señores feudales controlaban los campos y se encargaban de la explotación de las vides y de los campos en general. También se cultivaban las cepas próximas a conventos, en los que los monjes se encargaban de la recolección y transformación de la uva.
La tradición oral y algunas obras literarias hablan de un amplio periodo en el que el vino de la Capital gozó de gran prestigio. En el siglo XIII ya existe un gran reconocimiento a nivel nacional, que dura hasta el siglo XVII. Después, un periodo de empobrecimiento generalizado trae consigo hambrunas y un considerable descenso en la población que afectará al campo hasta el siglo XX.
El retroceso en el cultivo de la uva es muy pronunciado, dejándose abandonados muchos viñedos y muriendo una gran parte de las cepas por la falta de cuidado. Para agravar el problema, en la segunda década del siglo XX (1910 – 1920) las plantas que quedan son atacadas por la filoxera. Los campos, antes rebosantes de uva, quedan desolados. Tan solo algunos arbustos dispersos quedan vivos a duras penas, dando sarmientos de hojas amarillentas y con poco o ningún fruto aprovechable.
Mientras otras provincias con tradición del vino se recuperan, el interés por trabajar las tierras de Madrid disminuyen por el boom inmobiliario y la llegada masiva de residentes a los alrededores de la gran ciudad.
El resurgir de la cultura del vino en Madrid
Algunas pequeñas bodegas alejadas del bullicioso centro mantienen la tradición milenaria del vino. En el año 1984, gracias a los trabajos de recuperación llevados a cabo por estos supervivientes, comienza un importante resurgir de la industria vitivinícola en algunas poblaciones, como Villa del Prado, Navalcarnero, Arganda, San Martín de Valdeiglesias o El Molar. Gracias a este trabajo se reconoce la Denominación Específica Vinos de Madrid, aprobada oficialmente en 1990.
Si bien es cierto que no se ha llegado aún a los niveles de antaño, hoy se está viviendo un crecimiento en la calidad y el reconocimiento de vinos de Madrid. El sol, la tierra, los fríos inviernos y los calurosos y secos veranos, marcan el carácter de la uva tempranillo, la uva más cultivada en la Comunidad de Madrid. También se han adaptado bien otras variedades, como malvar, airén, cabernet-sauvignon o merlot. Estas últimas permiten combinaciones únicas y sabores excepcionales que cada vez son más apreciados por los expertos y por los consumidores en esta época dorada de la cultura del vino en Madrid.