Según los últimos datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), España finalizó 2017 como el segundo país del mundo más visitado y también como el segundo con más ingresos. En el ámbito vitivinícola, las cifras no son menos sorprendentes:
España se posiciona como primer país del mundo por territorio dedicado al cultivo del vino. Este posicionamiento encuentra un valor añadido si tenemos en cuenta que la superficie total del territorio de España es muy inferior a la de algunos de sus principales competidores.
España, referente nacional
Son por tanto dos esferas en los que España se ha convertido en referente internacional. De cuya fusión obtenemos una fórmula de éxito que ofrece experiencias únicas. ENOTURISMO, convirtiéndose en una actividad en plena expansión cada vez más valorada dentro de las demandas turísticas.
En los últimos años se ha producido un fuerte incremento en la cifra de turistas que vienen a España para disfrutar del vino y del entorno geográfico. En este sentido, se podría decir que “con el paso del tiempo el vino ha pasado de ser un producto agrario, a ser una experiencia global que va más allá de la mera producción y comercialización del mismo”. Es por ello, que la cultura del vino engloba hoy en día otros campos como el turismo.
Este creciente interés del consumidor por la cultura del vino se ha trasladado al sector vitivinícola, siendo percibido como una oportunidad estratégica de desarrollo. Así, el sector vitivinícola está inmerso en un proceso de modernización, actualización y renovación, que abarca tanto los procesos de producción como su comercialización y marketing.
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